Los sueños no tienen fecha de caducidad o edad “apropiada”, el momento indicado es cuando realmente se está dispuesto a hacer todo lo necesario para conseguirlos, sin importar cuán difícil sea la situación.
Esto fue lo que demostró un humilde ancianito indígena de 80 años, cuando se propuso avanzar en su educación y terminar su preparación media superior, para posteriormente poder enfrentarse a un reto aún mayor: convertirse en todo un orgulloso profesional universitario.
El nombre de este aguerrido ancianito es Víctor Nicolás Brígido, quien habita en un remoto pueblecito mexicano, llamado San Lucas, en el Estado de Oaxaca. Hace 3 años comenzó una de las más grandes aventuras de su vida, al inscribirse en el Colegio de Bachilleres para cursar la preparatoria.
Es todo un ejemplo de inspiración
Pero su gran objetivo no fue nada sencillo, dado que una vez por semana, los días jueves, debía recorrer a su avanzada edad la impactante cantidad de 40 kilómetros, para trasladarse desde su comunidad hasta un lugar llamado San Juan Bautista Tuxtepec.
Sin perder de vista su meta, se dedicó a dar lo mejor de sí en el Centro de Educación Abierta No. 4, convirtiéndose en todo un ejemplo a seguir para sus profesores y para el resto de los estudiantes, que no siempre saben valorar las oportunidades que tienen.
En su juventud, Víctor tuvo muchas dificultades para estudiar debido a que no hablaba español y no se contaba con educación asequible para su comunidad indígena, en donde se habla un idioma nativo denominado chinanteco.
“Me gusta estudiar, me gusta conocer las cosas. Decidí aprender para que el día en que yo muera, lo que estudié se quede en mi cabeza, y eso me voy a llevar. Cuando fui niño no acudí a la escuela porque no entendía el español, hablaba mi lengua nativa, el chinanteco; ya cuando fui muchacho, aprendí poco a poco a hablar el español”, señaló Brígido.
El día a día de este ancianito tampoco es sencillo, pero él asegura estar más que feliz con lo que ha logrado. Es campesino de tiempo completo, dedicándose a la siembra de maíz y frijol, así como a la crianza de animales, entre ellos cerditos.
Cada mañana, Víctor inicia su día a las 4 de la mañana, antes del amanecer, para tener el tiempo suficiente para cumplir con sus obligaciones y seguir cultivando su espíritu con conocimientos nuevos. Ahora, lo que más anhela es iniciar y concluir la universidad.