El respeto por lo ajeno es un valor importante, especialmente cuando lo hacemos sin esperar nada a cambio. Así piensa un hombre en Argentina, quien no dudó en devolver valiosos documentos que había encontrado, y aun cuando no esperaba retribución, recibió algo que no tenía la menor utilidad para él.
Luis Spahn es un honesto electricista que trabaja como subcontratista de Telecom, y vive en la ciudad de Rafaela, provincia de Santa Fe en Argentina.
A mediados de enero, cuando iba conduciendo su auto por la Ruta 70 cerca de la ciudad de Esperanza rumbo a su casa en santa Fe, vio algo que llamó de inmediato su atención.
Era nada más y nada menos que varios cheques que sumaban la totalidad de treinta y seis mil dólares, y lo más sorprendente es que muchos de ellos estaban firmados al portador.
Al revisarlos bien se percató de que habían sido emitidos por una empresa que se dedica a la fabricación de herramientas en Esperanza, los cheques estaban justo al frente de sus instalaciones.
Lo primero que hizo cuando llegó a la capital de la provincia fue llamar a la empresa para informarles, y ponerse de acuerdo para entregarlos.
«Me contacté con la empresa y les dije que se los iba a dejar, y así fue», dijo el honrado hombre.
Al parecer la fábrica los había entregado a uno de sus comisionistas, quien los había extraviado accidentalmente.
Luis, a pesar de ser un técnico con amplia experiencia en su ramo desde hace muchísimo tiempo, últimamente no ha estado muy bien laboralmente hablando.
«Soy el único técnico de última milla que hay acá, de los grandes clientes», comentó el hombre.
Lo curioso del asunto es que cuando devolvió los cheques, la empresa le sugirió que pidiera algo a cambio por la gentileza que tuvo.
«Les llevé los cheques de buena fe y no esperaba nada. Ellos estaban sorprendidos y me dijeron si quería alguna herramienta”, relató Luis.
Pero el jamás pensó en obtener un beneficio por algo que consideraba era su deber, sencillamente devolver algo que no era suyo.
Les respondió que no necesitaba nada, pero una mujer del local pidió a uno de los trabajadores que le trajera algo para dárselo al buen hombre, y se apareció con una pala de punta.
Luis no vio más remedio que tomar la pala y llevarla a casa, y no sabía dónde ponerla ni qué hacer con ella, puesto que no tenía ni un gramo de tierra en su vivienda.
«No tengo un poco de tierra. La pala tengo que colgarla porque me genera un problema. Es peor que un perro malo acá en casa», dijo el divertido Luis.
Cuando compartió su anécdota en sus redes sociales, los usuarios comenzaron a despotricar de la empresa, por haberle dado al íntegro hombre algo tan insignificante.
“Deberían mencionar el nombre de esa empresa, es una vergüenza. Podían ofrecerle al menos un trabajo, creo que cualquier empresa debería estar contenta de contar con alguien que tiene valores”, dijo un enojado usuario.
Pero nada de eso pareció importarle al electricista quien tenía su conciencia tranquila al hacer lo correcto.
Aunque no estaría de más, aprovechar el momento donde demostró su honorabilidad, y dejar su hoja de vida, por si la empresa tiene algún trabajo que él pueda desempeñar.
Comparte esta aleccionadora historia con todos tus amigos para que, así como Luis, seamos fieles a nuestros principios y valores.