Pasan y pasan los años y nacen generaciones, nombradas de acuerdo al momento en que se desarrollan. Hoy en día, los jóvenes parecieran mucho más sensibles, más frágiles ante las adversidades y la forma de manejarlas y superarlas, pues están bajo una autoridad devaluada, les falta empatía y son sobreprotegidos.
En este sentido, se han generado diferentes posiciones acerca de las características de esta nueva generación y su manera de aprehender el mundo, una de ellas, muy polémica, por cierto.
Se trata de la opinión emitida en una clase virtual por un profesor de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), quien en medio de su exposición trató a uno de sus alumnos, quien padece de Síndrome de Asperger de “pinche burro”, y agregó: “ese güey va a necesitar que le extirpen el cerebro”.
Como era de esperarse, la acción del educador, cuyo nombre es César Augusto Leal generó una lluvia de comentarios en rechazo de la expresión, pero no todos fueron en contra, ya que el influencerJosé Daniel Borrego le manifestó su total apoyo argumentando que a los jóvenes les falta mucho carácter para enfrentar el mundo real.
Según dijo Borrego, cuya ideología política siempre ha sido de derechas, un insulto es lo menos que estos jóvenes de “porcelana” tendrán que experimentar a la hora de entrar a formar parte del mercado laboral.
Sin embargo, este incidente le valió la suspensión al docente del tercer semestre de la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (FIME), al ser captado el momento por otro alumno quien de inmediato lo subió a las redes sociales donde el video se hizo viral.
“Pues, bueno, puede ser impopular mi opinión; pero todo mi apoyo al profesor de Fime que está siendo atacado y juzgado en redes sociales y en Internet, por ser un poco rudo con uno de sus alumnos en el momento que le muestra un proyecto, parte de sus asignaturas”, dijo Borrego.
Asimismo, el influencer analizó el asunto de la tolerancia desbordada que existe en los maestros del sistema educativo mexicano de hoy para con sus alumnos, lo que lleva a los segundos a no querer enfrentar el mundo y sufrirlo para forjar el carácter, y así llegan a la universidad, inutilizados en resiliencia y coraje.
“El maestro tiene que ser extremadamente tolerante. Miren, creo que no está sujeto a debate que, generación tras generación, cada vez los alumnos son más frágiles que los anteriores, ya no les gusta que los presiones o que les cuestiones su capacidad porque, pobrecito, se va a ofender el muchacho de veintitantos años”, señaló el aludido.
Insistió en que eso es solo una mínima parte de lo que es el mundo real, y que quien se sienta ofendido por eso, no tiene chance de sobrevivir al conjunto de dificultades que se presentan en el ambiente laboral de hoy en día.