Fabián Brown es un joven enfermero de Cosa Rica que pasó en el momento justo y detuvo su auto en la mitad de la carretera para intentar consolar a un anciano que había perdido la esperanza.
“Veníamos de una cansada jornada de trabajo. Cuando vemos a un señor totalmente deprimido que estaba en peligro. No nos chocaron porque Dios mandó ángeles, pero fue una parada de emergencia”, escribió Fabián en su cuenta de Facebook.
Esta crisis sanitaria ha complicado más la vida de los ancianos, quienes piensan en una opción fatal para acabar con toda esta situación.
Por fortuna, todavía hay personas buenas en este mundo dispuestas a darles una mano, el ejemplo perfecto es Fabián, quien arriesgó su vida para ayudar a este abuelito de 70 años que estaba al borde de cometer una locura.
“Corrimos y ya había un par de motociclistas intentando hablar con él y consolarlo. Realmente fueron minutos de mucha tensión. Le dijimos que éramos sus amigos y queríamos ayudarle. Que por favor se fuera de ese peligroso lugar, como pudimos lo agarramos”, agregó Fabian.
Los abuelos de todo el mundo han tenido que encerrarse en sus casas para evitar el contagio fatal, algunos son víctimas del abandono y la soledad. Otros lamentablemente no reciben ingresos económicos y luchan por sobrevivir en el confinamiento.
Pero a los mayores no solo les afectan los cambios del estilo de vida que ha traído la pandemia, sino también la incertidumbre y el temor de morir por la enfermedad, de hambre por la falta de recursos o de soledad.
«El anciano estaba muy asustado, y lo que decía era que tenía muchos problemas económicos. Le dijimos que no se preocupara por eso en ese momento, que todo iba a estar bien”, añadió el enfermero.
Fabián pudo convencerlo en salir de ahí y ayudarlo a ponerse de pie nuevamente. Y es que este enfermero no sólo le salvó la vida al anciano, sino que lo llevó a su casa, escuchó su historia y le compró víveres para ayudarlo a subsistir.
La policía levantó el acta correspondiente y los jóvenes se ofrecieron a llevarlo hasta la puerta de su casa. En el camino, el anciano les contó su historia. No tiene hijos y sólo tiene a su pareja.
Lo llevaron de compras y le dijeron que tomara todo lo que necesitaba. Finalmente, lo llevaron hasta su casa donde oraron con ellos recordándoles que ellos son muy importantes para Dios.
“También les dejamos nuestros números de teléfono y les dijimos que cualquier cosa que se les ofreciera por favor nos llamaran. Quedaron muy agradecidos. Son adultos mayores con patologías, con pobreza extrema, mucha falta de cariño y de Dios”, concluyó Fabián.
En tiempos de crisis la solidaridad debe ser el pan nuestro de cada día, tenemos que ser empáticos y ponernos en el lugar de los más afectados y hacer lo posible para ayudarlos para que no lleguen a sufrir una depresión tan severa.
Es reconfortante saber que esta historia tuvo un final feliz gracias a la actuación de varios héroes anónimos que reaccionaron justo a tiempo. Compártela en honor a la empatía y solidaridad que tanto necesitamos.