Cuando algún familiar tiene un trabajo prestigioso y emocionante nos encanta verlo en acción, y si se trata de un guardia real británico la experiencia debe ser inolvidable. Ese sueño se le hizo realidad a un joven con Síndrome de Down en Inglaterra.
El Castillo de Windsor es un palacio majestuoso ubicado en Berkshire, Inglaterra; y durante mucho tiempo ha sido residencia de muchos monarcas británicos. En la actualidad se usa para ceremonias de Estado, reuniones con altas personalidades a nivel mundial, y celebraciones reales.
La seguridad de sus instalaciones está a cargo de la guardia real, un trabajo que exige formalismo extremo y cumplimiento estricto de ciertos protocolos. Los guardias no pueden moverse ni hablar con nadie durante su labor, ni siquiera tratándose de sus propios familiares.
Sam es un risueño joven que nació con síndrome de Down y adora a Jack, su hermano menor que trabaja como guardia real. Está muy orgulloso del trabajo de su pariente, pero no había tenido la oportunidad de verlo en el cumplimiento de su deber.
La alegría lo embargó cuando el teniente Bragger y el sargento Baggot-Moore le hicieron la invitación para ir al palacio cuando Jack estuviera cumpliendo su turno, pero antes le dieron indicaciones sobre las cosas que podía hacer y las que no en la visita.
El soñado día llegó, los militares lo condujeron al sitio donde se encontraba Jack y el rostro de Sam reflejaba la emoción que lo embargaba. A cierta distancia podía ver a un oficial vestido con su característico y pulcro uniforme, y su sombrero negro.
El joven desbordaba de felicidad ante el rostro imperturbable de su hermano que se paraba firme ante el grupo de asistentes. Pero no podía dejar pasar el momento, Sam se puso al lado de su hermano y los miliares le tomaron una fotografía.
Y de repente cuando el comprometido guardia se paró firme de nuevo, Sam corrió juguetonamente hacia el teniente y el coronel. Definitivamente no es un trabajo para cualquiera, se requiere de mucha disciplina y autocontrol, y la familia está muy orgullosa de que Jack lo haya logrado.
Después de terminada la guardia, lo llevaron a los cuarteles donde se encontró con su hermano. Al verlo, salió corriendo a sus brazos, Jack lo cargó como si fuera un niño, y volvió a ser tan dulce y tierno como lo es en casa. Todo quedó grabado en un vídeo que fue compartido en las redes sociales.
“Me sacaron las lágrimas, ¡qué lindo el amorque se tienen!”, dijo un emocionado internauta.
También celebraron el impecable y respetuoso comportamiento de Sam, a pesar de su condición en todo momento se supo comportar, y cumplió a cabalidad todas las sugerencias que le indicaron sus anfitriones desde el principio hasta el final.
“Es más impresionante ver como una persona que algunos subestiman como de menor capacidad es más respetuoso, elegante y capaz que la gente que solo va a ver el monumento por diversión”, agregó otro internauta.
Sin duda será un hermoso recuerdo que ambos hermanos atesorarán en sus corazones por mucho tiempo.
No dejes de compartir con todos tus amigos la genial experiencia de Sam en el Castillo de Windsor.