El lazo entre una madre y su hijo es algo muy difícil de quebrar, pues ni siquiera la muerte podría lograr que alguien olvide a su mamá o más difícil aún que una madre olvide a quien llevó durante meses en su vientre.
Un claro ejemplo de este amor incondicional es el hermoso gesto que Paul Marshall Jr. tuvo el día de su graduación celebrada este mes de julio.
Este joven con síndrome de Down ha logrado su gran meta de graduarse de secundaria pero no contó con la presencia física de su madre para celebrar este gran triunfo. Hace 11 años que él no la ve, pero la lleva en su corazón y la quiso hacer parte de ese gran día.
Su mamá Latonya Marshall murió de cáncer en el 2009 y desde entonces la ha extrañado como el primer día. Pero Paul aprendió a sobrellevar el dolor y seguir adelante junto a su papá Paul Marshall, quien lo acompaña en todo momento.
Ver a Paul graduado era el gran sueño de Latonya y por eso cuando el chico obtuvo su título canceló la celebración pública para irse hasta la tumba de su mamá y darle gracias por todo lo que ella había hecho durante años.
Paul pequeño con su mamita aún viva.
Paul agradeció la paciencia y el amor que le tuvo y llevó su diploma como una forma de retribuirle un poco de la felicidad que ella también le brindó.
“Mamá, tengo algo que decir. Lo hice. Me gradué hoy. Sé que estarías orgullosay feliz por mí . Yo te amo mucho», dijo Paul Jr. en el cementerio.
Este chico tiene una gran fuerza y determinación, pues además de su síndrome también padece complicaciones renales y cardíacas que han hecho más difícil su camino. No obstante, nada de esto le impidió alcanzar su meta y la de su madre.
«Ella siempre quería lo mejor para Paul Jr. Sus últimas palabras fueron:‘Solo quiero ver a Paul Jr. graduarse’, comentó el padre.
Aunque para muchos parezca sencillo, este logro tiene un enorme valor para Paul y su familia. El año pasado el joven estuvo a punto de quedarse a mitad del camino, después de que su problema cardíaco se complicara y necesitara ser intervenido para colocarle una nueva válvula cardíaca.
Semanas después, el riñón de Paul también comenzó a fallar y tuvo que recibir un órgano de su padre. Los dos se sometieron a una cirugía que demoró más de 8 horas pero de la cual salieron victoriosos.