Existen algunas enfermedades tan devastadoras que llegan cuando menos lo esperamos, e incluso afectando personas aparentemente saludables y con buenos hábitos. Lamentablemente, esta situación no discrimina a nadie, a muchos les cambia la vida en segundos después de un diagnóstico.
Precisamente a esto se enfrentó un estudiante que destacaba por ser una persona saludable y atlética, siendo un gran jugador de baloncesto y fútbol americano en su colegio por lo que no entendía cómo procesar que estaba enfermo de cáncer y que tendría que poner en pausa su vida hasta vencer la enfermedad.
El nombre del valiente estudiante es Matt Driscoll, quien tuvo que ser internado de emergencia en el Akron Children’s Hospital, en Ohio, Estados Unidos, lugar que se convirtió en su hogar durante los últimos 3 años y medio.
“Nunca en un millón de años esperé recibir esa noticia. Jugué baloncesto y fútbol americano toda mi vida, y estaba en muy buena forma. No sabía cómo aceptarlo”, dijo Driscoll.
Pese a todo pronóstico, el entonces estudiante de apenas segundo grado de secundaria fue diagnosticado con leucemia linfoblástica aguda en el 2016 y tuvo que pasar por cientos de ciclos de quimioterapia para tratar la enfermedad.
Si bien estaba pasando por la peor experiencia de su vida, el joven siempre trató de mantener una actitud positiva ante el reto que le había deparado la vida, sabía que si se rendía la consecuencia sería fatal.
“Me mantuve positivo durante el tratamiento. El diez por ciento es lo que te sucede y el 90 por ciento es cómo reaccionas”, señaló el joven.
Afortunadamente, la lucha de Matt dio resultados y hace unas semanas por fin pudo tocar la anhelada “campana libre de cáncer” que marcaba el final de su cruenta batalla. Con 19 años de edad, venció al cáncer.
El pasillo frente a la campana del Akron Children’s Hospital se lleno de júbilo, a los costados se encontraba la familia y los mejores amigos de Matt, esperándolo para verlo tocar la campana en señal de la victoria más grande que ha tenido.
El joven caminó con decisión por el pasillo improvisado, era su momento, para el que tanto había luchado. Al llegar frente a la campana, la hizo sonar fuertemente, con todas las fuerzas que le era posible; no pudo evitar romper en llanto mientras todos sus seres queridos celebraban a su lado.
“Cuando caminé por el pasillo, vi los recuerdos de todo lo que había pasado en los últimos tres años y medio. Finalmente terminar con esto fue abrumador … ese fue, sin duda, el día más feliz de mi vida”, afirmó el joven.
Ahora Matt podrá retomar su vida, reintegrándose a la escuela en donde ya cursa el primer grado de universidad. Estudia negocios en la Universidad de Duquesne, en Pittsburgh, y sin duda le esperan muchos más triunfos en su vida. ¡Enhorabuena Matt!
No te vayas sin compartir esta emotiva historia con todos tus amigos y recuerda que detrás de la tempestad siempre viene la calma; ¡no hay batalla que no se pueda ganar!