La pandemia de coronavirus ha venido a evidenciar las fortalezas y deficiencias de nuestras sociedades, destacando que, en esta nueva realidad, los roles tienen que cambiar de acuerdo con las situaciones que se van dando.
En este panorama, el sistema educativo ha sido uno de los más afectados. Los docentes, la figura medular del proceso de enseñanza se han situado en el ojo del huracán y ven cómo su rol se ha ido desdibujando y muchos padres, estresados, son cabezas de miles de familias sin acceso a la tecnología.
Lo cierto es que, para hacer frente a esta contingencia que afecta, sobre todo a los alumnos de más bajos recursos, Servando Mendoza, un maestro de Ciudad Victoria, capital del estado de Tamaulipas, en México, se impuso la tarea de construir en una colonia popular una pequeña aula de clases al aire libre para continuar enseñando.
El noble acto ha sido aplaudido por los habitantes de la zona, ya que la iniciativa de Mendoza contribuye enormemente con los pequeños que, por una u otra razón no cuentan con las herramientas necesarias para recibir y enviar sus asignaciones académicas a distancia.
Todos en la comunidad, grandes y chicos se han unido al profesor en el proyecto, cada quien con un rol específico para hacer que sea exitoso. De hecho, desde que amanece puede verse el movimiento de los vecinos colocando debajo de un par de árboles enormes, a modo de techo, los pupitres y las mesas de trabajo para los niños.
Según dice el educador, su grupo se divide entre los que sí poseen los dispositivos necesarios para recibir sus clases virtuales, los que van al centro creado por él y los que no tienen siquiera los medios para trasladarse y, por lo tanto, tiene que visitar directamente en sus casas.
“Tengo niños que de una u otra manera hacen sacrificios y les doy clases en forma virtual en ciertos días de la semana, hay otros que vienen aquí, pero también tengo otro grupo, ¡que no tienen los medios económicos!, ¡no tienen los dispositivos para poder estudiar! A esos hay que ir a verlos hasta sus casas”, dijo Servando.
Los alumnos que acuden de manera presencial al lugar donde está el maestro de quinto grado de la escuela Club Rotario Vespertina se reúnen en el andador 2, entre las calles Jesús Elías Piña y Simón Torres de la Garza, colonia Las Adelitas, un área habitada en su mayoría por adultos mayores.
De igual forma, el profesor se entrevista de manera virtual entre semana con los que sí tienen la posibilidad de hacerlo, y todos los viernes recorre varios kilómetros para visitar a los otros niños que, ya sea por alguna discapacidad o estrechez económica no pueden presentarse. Andrés Emmanuel Mendoza Olazarán, uno de sus pupilos, tiene autismo.
“No son trabajadores profesionales, son obreros o laboran en tiendas, etcétera y eso hace que nuestros niños estén muy retirados de la escuela. Por eso decidimos quedarnos en este lugar”, explicó.
Por supuesto, todos los protocolos de seguridad para evitar el contagio están totalmente cubiertos en el improvisado espacio de enseñanza, que se ha convertido en un verdadero recinto del saber en tiempos de crisis.
El hombre agradeció a sus compañeros con profunda humildad, ya que asegura que lo han ayudado a ser cada día una mejor persona, enriquecida y orgullosa de su profesión.
Nos guste o no, esta será la nueva forma de aprender de nuestros hijos a la que los padres deberemos adaptarnos de hoy en adelante. Comparte este gesto de solidaridad.