Marcelo es uno de tantos profesionales de la salud que entrega su vida para intentar debilitar esta pavorosa crisis impuesta por el coronavirus. Trabaja todos los días salvando vidas, pero la injusticia y la desconsideración siguen estando a la orden del día.
A pesar de su entrega al juramento hipocrático que una vez hizo al ingresar en la Escuela de Medicina, eso no les importó a sus propios vecinos quienes, en medio del pánico y de la ignorancia, ahora buscan echarlo de su hogar por miedo a que los contagie.
Marcelo Roldán, de 42 años de edad reside en Morón, Argentina, un país donde ya se cuentan más de 22,794 casos de contagios y más de 670 fallecidos por efecto del COVID-19.
A pesar de que la labor de los galenos como Marcelo son de las más caras y requeridas en estos tiempos de pandemia, en su caso, no ha sido tan valorada como uno esperaría.
Son tiempos nublados y difíciles en los que sale a relucir lo mejor, pero también lo peor del ser humano. No hay duda.
El médico tiene una larga experiencia recorriendo los pasillos del Hospital Municipal en la Unidad de Pronta Atención 16 de Martin Coronado, pero, increíblemente un día llegó a su casa y encontró un cartel pegado a su puerta para nada agradable.
Inédito recado que sus vecinos dejaron a Marcelo
Sus propios vecinos se habían puesto de acuerdo para conminarlo a que se buscara otro lugar donde vivirmientras persistiera la cuarentena. Lo más triste, es que tal vez fueron los mismos autores del mensaje quienes antes lo aplaudían por su encomiable labor, y ahora, unidos en un complot inhumano le pidieron que se alejara de su hogar.
“Fue una sorpresa. El jueves a las 7 de la mañana, como todos los días, fui a sacar el auto para ir al trabajo y vi que tenía un letrero pegado en la puerta de mi domicilio donde me invitaban a irme a otro lugar mientras pase la pandemia porque soy médico y, lo peor es que no tengo a donde ir”, declaró con mucho dolor el doctor.
Asimismo, confesó que cuando leyó el mensaje, un cúmulo de emociones se entremezclaron ahogando su corazón, incluso creyó que era producto de una broma de algún disociado. Pero no, no fue Charles Manson quien la escribió, sino la propia gente por la que tantos años veló.
El tema lo tomó enteramente por sorpresa, ya que asegura haber tenido siempre una relación cordial y muy cercana con sus colindantes del barrio, pero la realidad es que allí estaba el infame papel escrito a máquina y envuelto con un nylon transparente.
“Hola vecino: Sabemos de tu buena labor en el hospital y se agradece, pero le pediríamos que busque un lugar donde pueda quedarse mientras pase el virus. Muchas gracias”, fue lo que leyó e hizo aguar los ojos de Marcelo.
Y lo peor es que Marcelo es el primero que sigue todos los protocolos sanitarios como si fueran sacrosantos, ni siquiera besa a su esposa ni a sus hijos, consciente como es de que el riesgo de contagio no es un juego de niños.
Este valiente médico que permanece en la primera línea de batalla, preocupado por la vida de otros, más que por la suya propia no merece este tipo de exclusión egoísta y absurda de parte de aquellos que más bien deberían tenerlo en un pedestal.
Comparte este caso con tus seres queridos y nunca permitas que el pánico y la desinformación te hagan desprenderte de tu humanidad. Es tiempo de cambiar el rumbo. El planeta nos lo está pidiendo a gritos.