No es un secreto que los niños nacen con mucha empatía y nobleza en sus corazones, a medida que crecen estos valores pueden cultivarse desde el ejemplo de su entorno y su proceso de aprendizaje.
Luis Manuel, de 11 años, conserva la sensibilidad por el sufrimiento de los demás y el altruismo que lo motiva a ayudar con total desprendimiento.
El niño vive en un hogar humilde, con muy pocos recursos económicos, tiene siete hermanos y sus padres están desempleados, él es albañil y ella ama de casa.
Luis vio cómo sus padres salieron a buscar dinero para poder alimentar a sus ocho hijos.
“Hace tres días que no comemos”, dijo Luis con total normalidad, como si se tratara de algo natural, porque lamentablemente en su hogar esa es una situación reincidente.
Él vio una publicación en Facebook de una fundación llamada “Calentando Corazones” que se encarga de recolectar víveres para personas de escasos recursos. Así que decidió caminar hasta el lugar para pedir ayuda.
El niño, de Bolivia, caminó desde la zona de Virgen de Luján hasta el séptimo anillo de la avenida Cristo Redentor.
En plena cuarentena por el coronavirus, son muchas las familias que no pueden llevar alimentos a su hogar porque sus trabajos están interrumpidos.
Aunque el gobierno anunció bonos y ayudas para los más necesitados, algunos no pueden esperar y se ven obligados a salir infringiendo la orden de confinamiento.
Luis salió de su vivienda sin decirle nada a sus hermanos después de enterarse a través de Facebook que la fundación le entregó 10 cestas de comida a las familias más necesitadas de la zona.
Salió a las 09:00 de la mañana de su casa, y caminó 8 kilómetros. Tres horas después finalmente tocó la puerta de Gladys Echenique, la directora de la fundación.
Gladys lo atendió y se conmovió con su relato. “Estuvimos comiendo arroz con huevo, pero hace tres días se acabó. Tenía miedo de que alguna patrulla policial me agarrara por salir a la calle”, explicó Luis.
El niño confesó que las tres horas de caminata lo dejaron extremadamente cansado y que debía meterse por calles evitando las avenidas para pasar desapercibido.
A pesar del temor que sentía, estaba motivado a pedir ayuda, sus hermanos son menores que él. Uno de ellos, de seis años, nació con problemas en su columna y a pesar de que ha sido sometido a varias operaciones no puede caminar, necesita una silla de ruedas porque la que tenía se dañó.
El niño relató que lo único que había en su casa era un poco de leche para alimentar a su hermana menor, de un año, y algo de fideos, estaba desesperado por ayudar.
Después de que Gladys difundiera el caso empezaron a llegar alimentos para ayudar a Luis y a su familia.
“Me siento contento porque mis hermanos van a poder cenar esta noche”, dijo el niño, aunque confesó que tenía temor de que la carne y el pollo que recibió la fundación para dárselo se descomponga porque no tienen nevera.
Cualquier ayuda es bien recibida para esta familia, a la que pueden contactar al número 70072001 en Bolivia o haciendo un depósito en la cuenta 1000009734878 del Banco Unión.
Gladys comentó: “En pocas horas logramos conseguir algunos alimentos y dinero para esta familia, incluso nos han contactado personas desde otros países que se han conmovido con la determinación de este niño”.
La hazaña de Luis, que en medio de las medidas de confinamiento se arriesgó a salir y solo se preocupaba por alimentar a sus hermanos, se ha ganado la admiración de miles de personas.
La Fundación Calentando Corazones hizo eco de su historia y seguirá ayudándolo, ellos están seguros de que ante la emergencia sanitaria tan grave que estamos enfrentando, los actos de solidaridad también pueden salvar vidas.
Un pequeño gesto puede hacer la diferencia en la vida de alguien, debemos estar atentos al sufrimiento de quien tenemos alrededor. Comparte esta emotiva historia.