Las personas que padecen de algún tipo de cáncer tienen que librar muchas luchas, con la enfermedad, el tratamiento y la emocional. Estos pacientes deben batallar con una enfermedad que les podría quitar la vida si no se actúa a tiempo y adecuadamente.
Un joven llamado Bailey Cooper de apenas 9 años de Reino Unido estaba a contrarreloj para conocer a su hermana menor porque los médicos ya le habían informado a sus padres que el pequeño moriría en tan solo días, pero el niño sabía que era tiempo suficiente para ver y cargar a su hermanita.
Todo comenzó cuando en el verano del 2016 el niño empezó a sentir síntomas que preocuparon a sus padres, se dirigieron al hospital y allí los especialistas trataron a Bailey como si padeciera una simple infección viral.
Desafortunadamente el tratamiento antibiótico para la infección no surgía efecto y fue cuando descubrieron a través de varios exámenes de sangre que el pequeño tenía cáncer de linfoma de Hodgkin.
Este tipo de cáncer se desarrolla en los vasos sanguíneos y la etapa del cáncer en Bailey era muy avanzada así que tuvo que empezar las quimioterapias inmediatamente.
Mientras se realizaba las quimioterapias, el chico tenía breves mejoras, pero la enfermedad no daba paso atrás y los pronósticos no eran favorables para la familia Cooper.
Nos llamaron del hospital y nos dijeron que había recaído y que le tenían que volver a ingresar. Los médicos decían que había una tasa de supervivencia del 70% por lo que obtuvo un trasplante de células madre. Lo intentamos todo”, explica la madre de Bailey.
Al final, el cáncer del niño logró hacer metástasis y extenderse a su pecho, pulmones, hígado y estómago, por esa razón volvió a las quimioterapias por quince meses y tras varios análisis los médicos les informaron a los padres del niño de 9 años que su hijo no sobreviviría, según el pronóstico médico solo le daban a Bailey unos días más de vida.
Nosotros no teníamos ni idea. Cuando lo llevamos al hospital pensamos que estaría bien. Bailey tenía solo nueve años, pero nosotros fuimos muy abiertos con él. Cuando se lo dijimos, se derrumbó y dijo que no quería irse solo. Nos quedamos con él un par de horas, pero pronto juntó fuerzas y lo aceptó. Nos miró sonriendo y nos dijo que nos fuéramos a casa”, dijo su padre.
En la espera de sus últimos días, el niño decidió organizar su propio funeral y pidió que todos los invitados fueran vestidos como superhéroes. Además, él tenía una misión muy especial y era esperar que su hermana menor naciera para poder conocerla.
“No pensamos que viviera tanto tiempo, pero él estaba decidido a conocer a su hermana. Ella nació a finales de noviembre y él la abrazó e hizo todo lo que haría un hermano mayor: cambiarla, lavarla, cantarle…”.
“Sin embargo, empeoró trágicamente. Fue muy difícil. Sabía que no iba a estar aquí en navidad, pero intentamos que preparara su carta de Papá Noel. Al principio, él se negó, pero después pidió un montón de regalos adecuados para niños de menor edad. Había pedido todo pensando en su hermano porque sabía que él no iba a jugar más”, comentaron sus padres.
Dos días antes de nochebuena Bailey recayó, estaba tan débil que lo ingresaron nuevamente al hospital y a las 11:45 horas el pequeño respiró por última vez frente de sus padres.
Estamos desolados, pero también felices de que ya no sienta dolor. Lo más difícil es vivir sin él. En nuestra última reunión familiar nos dijo que solo nos permitía llorar durante 20 minutos”, dijo su madre vestida de superheroina como todos los demás invitados en el funeral.
Hay un ángel más en el cielo.
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