Los ancianos son las personas más vulnerables en la pandemia por el coronavirus. Además de su salud desgastada, tristemente la mayoría de ellos se encuentran desamparados, sin nadie a su lado que pueda velar por su bienestar en tan difíciles momentos.
Pero, pese a todo el mal en la humanidad, aún existen personas de buen corazón que son capaces de cumplir con la labor de los hijos malagradecidos que dejan solas a sus madres.
Tal como le sucedió a una humilde ancianita que deambulada llorando en un mercado de Perú, hasta que apareció un noble policía en su camino.
Desde que el gobierno de Perú decretó cuarentena nacional por el coronavirus, salen diariamente a las calles cientos de policías para asegurarse de que las personas permanezcan en sus casas y únicamente estén en la vía pública para adquirir víveres.
Pero un policía jamás esperó la triste respuesta que le daría una anciana llena de lágrimas al preguntarle por sus hijos.
“A mí me han abandonado, no me han dado nada de dinero. Mi hija ha sacado dinero dos últimas veces”, dijo, sin poder contener el llanto, la anciana.
Conmovido por la triste situación, el policía suplicó a la mujer que no llorara más y que tampoco se preocupara porque él la ayudaría, cumpliendo con la labor que sus malos hijos no quisieron hacer.
“Escúchame, no quiero que llores, yo te voy a invitar. Ahí está tu papel, toma tu arroz, tu leche, tu harina”, dijo el noble policía.
No obstante, la ancianita no podía contener sus lágrimas que salían de su dolido corazón y es que no hay peor dolor que el que siente una madre por sus hijos, aún cuando se han portado muy mal. El policía entendió eso y le pidió a la mujer que viera en él al hijo que tanto lloraba.
“Míreme a mí. Tranquila, no llore. Esté tranquila, usted hoy ha hecho las compras, yo la quiero ver feliz”, expresó el oficial.
Fue con esas nobles palabras llenas de misericordia, sinceridad y amor, que la ancianita por fin pudo encontrar consuelo y marcharse felizmente a la seguridad de su casa.
Porque, a pesar de no contar con el cuidado de sus hijos, el universo llevó hasta ella a un hombre de buen corazón que no se cansa de pedir a todos los demás que sean solidarios con quienes más lo necesitan.
“Lo único que les pido es: sigan ayudando a las personas. Hay personas que necesitan más de nosotros. Apoyen, no sean indiferentes. El dinero se fabrica todos los días, pero lo que está en el corazón, eso sale de ti”, concluyó el oficial.
No cabe duda de que con pequeños actos se puede hacer un gran cambio y llevar alegría las personas que atraviesan por malos momentos y que necesitan de todo nuestro apoyo.
Hagamos que esta petición de solidaridad y empatía llegue a la mayor cantidad de personas, para que así muchos se motiven a ayudar y, entre todos, construyamos un mundo sensible donde prevalezca la igualdad. Compártela.