Esta pregunta fue presentada por un usuario de la red social Quora llamado Habib Fanny, quiso invitar a la reflexión con su planteamiento de “¿Cuáles son las cosas más espeluznantes que la sociedad acepta como norma cultural?”.
Comentó que las personas adultas somos capaces de tomar nuestras propias decisiones a diferencia de los niños de quienes somos responsables hasta que tengan la madurez y herramientas necesarias para solucionar sus problemas y asumir un rol en la sociedad.
Se refirió con rechazo hacia los padres que permiten que sus hijas participen en concursos de belleza infantil.
Este tipo de certamen es legal en muchos países y sobre todo en Estados Unidos cada vez adquieren más auge, se pregunta ¿qué valores pretenden inculcar estos concursos?
En Carolina del Norte, Estados Unidos se desarrolla un certamen llamado Elite Miss Pageant, participan niñas entre 2 y 18 años para llevarse la corona y así participar en el concurso a nivel nacional.
En este tipo de concursos se maneja mucho dinero, aproximadamente 3.645 millones de euros cada año, en Estados Unidos hay aproximadamente 100.000 participantes.
Los organizadores promueven que es una oportunidad para que grandes agencias de modelos contraten a las niñas, además de ofrecer atractivos premios pero las madres de las pequeñas están dispuestas a invertir miles de dólares en maquillaje, vestidos, accesorios y tratamientos de belleza.
Pero detrás de estos concursos hay una terrible realidad, las pequeñas sufren serios daños psicológicos por el cambio en su apariencia, el tiempo invertido en el certamen, el esfuerzo por crearles una “sonrisa perfecta” sometiéndolas a tratamientos dentales, colocando extensiones en su cabello e incluso bronceando su piel.
El objetivo es “ser la reina” portar la corona y la banda que representa el logro de una aspiración en la que pusieron todo su esfuerzo.
Los padres que promueven este tipo de actividades no se imaginan el impacto sobre el autoestima de las pequeñas que genera hacer tantas cosas para cambiar y “mejorar” su apariencia cuando a su edad lo que formará su estima y aceptación es precisamente ser natural.
La sociedad por un lado lucha contra los estereotipos y la igualdad mientras otro transforma el rostro y los cuerpos de niñas en un esquema de belleza donde la única prioridad es sentirse superior a las demás obteniendo la corona.
El espíritu de competencia en esos casos no es sano para un ser humano que todavía no ha construido su personalidad, su aceptación personal no puede estar determinada por lo que diga un jurado como agente externo que evalúe su conducta y su aspecto físico que está muy alejado de la realidad.
Por otro lado, luchamos por combatir la imagen de la mujer como “objeto” para satisfacer a los hombres así que deberíamos alzar la voz contra lo que se esconde detrás de este tipo de concursos que influyen negativamente sobre tantas niñas a las que les roban su inocencia.
Necesitamos unir esfuerzos por rescatar valores, por recordar que la belleza que verdaderamente importa es la que no podemos ver con los ojos sino sentir con el corazón y que la prioridad no es ganar una corona y el título de “La más bella” sino alcanzar los sueños.
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