Todos alguna vez hemos tenido ciertos artículos que tienen un valor especial para nosotros, al perderlos sentimos que algo nos falta, y nos cuesta aceptar otra cosa que lo sustituya.
Esto le ocurrió a un niño cuando su hermana accidentalmente rompió un objeto muy importante para él, y las consecuencias fueron terribles.
Daniel es un niño autista muy amado por toda su familia, especialmente por su hermana Tamara Dubin. Cierto día la chica, sin darse cuenta, rompió su plato preferido.
Era un platito que siempre usaba cuando iba a comer, decorado con las imágenes de los dibujos animados que tanto le gustaban. Tanto le agradaba su plato, que cuando estaba sucio esperaba a que se lo lavaran.
Por eso, cuando Tamara se dio cuenta de la magnitud del problema, se desesperó y decidió solicitar ayuda a través de las redes sociales.
Tenía la esperanza de encontrar una persona de buenos sentimientos, que tuviera un plato parecido y estuviera dispuesta a donárselo a su hermano.
Mientras tanto, Daniel se negaba a comer si no tenía su platito, especialmente cuando se vestía de color amarillo, la hermana se sentía culpable de su descuido.
El apego del pequeño pudiera parecer exagerado para muchas personas, pero se comprende más fácilmente si se tiene en cuenta que Daniel es autista.
Los niños que presentan esta condición neurológica se caracterizan porque tienen disminuida su capacidad de comunicación verbal, y de relacionarse con otros individuos.
Por eso, suelen valerse de ciertos objetos o cosas para comunicarse con su entorno. Precisamente, las escasas frases que maneja el chiquillo las ha aprendido de Dragon Tales, una serie de televisión que le encanta y que se transmite por los canales PBS y Nick Junior TV.
No es extraño que su amado plato esté decorado con las imágenes de los dibujos animados de la serie.
Tamara seguía insistiendo en las redes sociales, a pesar de que los demás miembros de la familia no creían que pudieran conseguir un plato idéntico para el niño.
Bien dice un adagio, que la fe mueve montañas. Por fin, apareció un joven llamado Forrest Markham, que recordó haber tenido un plato parecido cuando era niño.
Llamó a su madre para saber si aún lo conservaba, y, ¡sí, lo tenían en casa! Rápidamente hicieron los arreglos para enviar el deseado objeto a la casa del chico.
Y a los dos días, Daniel recibió una gran alegría, el adorado platito estaba frente a él, ya podría comer su queso al horno sin ningún problema.
“¡Qué bueno que el Internet pueda servir para ayudar a las personas que realmente lo necesitan”, dijo una feliz internauta.
La tranquilidad volvió al hogar, especialmente para la preocupada hermana, quien a partir de ahora estaba más cuidadosa que nunca.
Afortunadamente este caso tuvo un final feliz gracias a la solidaridad y al alcance de las redes sociales. Compártelo.