Para la familia Taylor de Warwickshire, Inglaterra el fin de sus vacaciones se convirtió en una pesadilla gracias a un detalle muy importante que faltaba en el avión: sus asientos. Madre, padre e hija se encontraban de regreso de sus vacaciones.
La familia estaba tomando una vacaciones en la Isla de Menorca en España.
Se disponían a tomar un vuelo de la aerolínea TUI a Birmingham y decidieron llegar lo más temprano posible al aeropuerto para asegurarse de encontrar asientos juntos y poder disfrutar el fin de sus vacaciones en familia.
Cuando llegaron al aeropuerto Mahon pasaron por los trámites de la aerolínea y les asignaron los asientos 41 D, E y F; se encontraban sumamente felices de haber logrado encontrar asientos juntos pero no podían imaginar la pesadilla que se les acercaba.
“Nos miramos preguntándonos a dónde habían ido a parar nuestros asientos”.
Cuando le comunicaron a la tripulación que no podían encontrar sus asientos porque simplemente parecían no existir les pidieron que esperaran a que el resto de los pasajeros se ubicaran en sus puestos en espera de que lograran encontrar asientos vacíos y poder reubicar a la familia.
Cuando ya se acercaba la hora del despegue del avión todavía no habían encontrado ninguna solución así que les ofrecieron que Brooke, la niña se ubicara en el último asiento de repuesto mientras Ian y Paula Taylor se ubicarían en los asientos plegables que están destinados para la tripulación.
Brooke tiene actualmente diez años de edad recién cumplidos.
Esta solución sólo funcionó para los momentos de despegue y aterrizaje. Una vez que el avión se encontraba en el aire la tripulación debía acceder constantemente al carrito de comida que se encontraba justo detrás de esos asientos. La familia no tuvo otra opción de ubicarse en el espacio vació donde debían estar sus puestos y viajar durante dos horas sentados en el suelo.
“Fue incómodo y además estaba sucio. No es una experiencia que no quiero repetir jamás”.
Cuando las Autoridades de Aviación Civil se enteraron de lo sucedido señalaron que esto es sumamente peligroso y que no se debía permitir que ningún pasajero viajara en esas circunstancias. Pero cuando la familia se dirigió a TUI a quejarse sobre lo sucedido no recibieron muy buena respuesta.
“La mujer sólo nos dijo ‘Sí, ya hemos recibido su queja’”.
Tras unas horas la aerolínea les ofreció pagarles 40 dólares como compensación, pero una vez que la noticia se hizo pública y comenzaron las investigaciones le han ofrecido a la familia más de 1.500 dólares en pasajes de avión con la empresa.
La aerolínea TUI recibe ganancias anuales de más de 15 mil millones de dólares.
Levantamos la voz en contra del viaje tan incómodo que tuvo que realizar esta familia y esperamos que se tomen las medidas necesarias para que no se vuelvan a cometer estos errores que ponen en riesgo la seguridad de los pasajeros.
Te invitamos a compartir esta nota para apoyar a la familia Taylor.