Es una conmovedora historia que nos enseña una vez más el poder de las redes sociales cuando de movilizarnos por una buena causa se trata. En días pasados Gissur Simonarson, un activista de Oslo, Noruega, publicó en su perfil de Twitter unas fotografías donde un hombre en las calles de Beirut, Líbano, ofrecía un puñado de bolígrafos mientras su pequeña hija dormía acostada sobre su hombro.
Solo bastó un rato para que la foto se hiciera viral, Gissur recibía muchos mensajes que le motivaban a buscar a aquel hombre para ofrecerle ayuda. Así fue como decidió manejar una etiqueta en Twitter llamada #BuyPens, y a los 10 minutos un hombre lo contactó para decirle que había visto a este padre y su hija cerca de su casa.
Transcurrieron 24 horas y ya había sido identificado como Abdul Halim al-Kader y es padre soltero de dos pequeños niños Abdelillah de 4 años y Reem de 9 años, tiene 35 años y trabajó en una fábrica de chocolate hasta que estalló en guerra Siria, su ciudad natal.
En tiempo récord lo habían logrado, Gissur escribió en su cuenta un Tweet que decía: “Ha sido mucho trabajo, pero valió la pena, ahora vamos a ayudarles”.
Abdul se sorprendió al saber que su fotografía le dio la vuelta al mundo y que había un despliegue enorme buscándolos. No se esperaba lo que sucedió, Gissur tomó las riendas de la iniciativa de sus seguidores y empezó a recaudar fondos a través de Crowdfunding, solamente en 24 horas cerca de 3.000 personas habían colaborado y tenían más de $80.000.
Cuando Abdul escuchó la cantidad rompió en llanto, estaba muy agradecido y conmovido.
Finalmente este padre de 35 años pudo enviar a la escuela a sus dos niños, y está decidido a ayudar a todos los sirios que pueda con el dinero que reciba. Carol Malouf es una de las activistas que ayudó en la búsqueda, la niña fue hasta ella con mucho cariño para tomarse una fotografía.
Abdul expresó que se sentía como en un sueño, no podía creerlo, se había recaudado el monto de $176.500 para él y sus pequeños, Gissur se encarga de trabajar con UNICEF con la esperanza de seguir ayudando a otros.
No pude contener mis lágrimas. Me decía, ‘Gracias a Dios, gracias a Dios‘ y abrazaba a mis hijos”, comentó Abdul.
Ellos son solamente una familia de los miles de refugiados que luchan por sobrevivir huyendo de la guerra pero en Turquía, Jordania y Líbano hay aproximadamente 4 millones de refugiados registrados.
Qué bonito conocer historias como esta, es posible recobrar la esperanza en la humanidad. Todavía hay mucho por hacer y gracias al poder de las redes sociales se puede cambiar la vida de muchas familias que lo necesitan.
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