Definitivamente nada en exceso es bueno, cuando reímos muy poco nuestro sistema inmunológico puede sufrir y el organismo resentirse. Pero, cuando lo hacemos a carcajadas, de manera descontrolada, podría generar efectos negativos, como le pasó a cierta mujer en China.
Esta dama tuvo una extraña experiencia dentro del veloz tren donde viajaba, con dirección a la estación de la localidad de Guangzhou, que queda en la capital de la provincia de Guangdong, en el sur de China.
Por el sonido que emitía con sus fuertes carcajadas, aparentemente la estaba pasando bien, pero de repente se escuchó una petición desesperada de ayuda a través de los altavoces de los vagones del tren.
La gente empezó a rodear la escena, como siempre, queriendo averiguar qué estaba ocurriendo.
Por fortuna, un médico iba de pasajero, el doctor Luo Wensheng, del Hospital Liwan, que pertenece a la Universidad Médica de Guangzhou.
De inmediato el galeno se dirigió al otro compartimiento donde estaba la desesperada e hilarante mujer. Al llegar encontró que la afectada tenía la boca abierta y babeaba abundantemente.
Los signos aparentes podrían hacer pensar que se trataba de un derrame cerebral. El médico la revisó minuciosamente para verificar de qué se trataba.
Wensheng, que no es un experto en esa área específica de la medicina tuvo que tomar control de la situación para tratar de arreglar la cara de la pobre mujer.
Pero tenía muy poca información sobre cómo había ocurrido el incidente, y se dirigió a las personas que estaban cerca para averiguar.
“Comenzó a reír desesperadamente y después no pudo cerrar más la boca”, respondió uno de los pasajeros del tren.
Todos los testigos coincidían en lo mismo, la sesión de risas de la mujer parecía no tener fin.
La mujer sufrió una dislocación mandibular, es decir hubo una gran separación del maxilar bajo de la articulación temporomandibular, cuando esto ocurre, el maxilar bajo no regresa a su lugar por sí mismo.
“La paciente estaba bastante nerviosa y sus músculos faciales estaban muy tensos, por lo que fallé en el primer intento de colocar su mandíbula en su sitio. Tras tranquilizarla, apreté de nuevo y por fin encajé los huesos”, dijo el habilidoso médico.
La afectada contó se había sufrido una dislocación de mandíbula en el pasado durante un embarazo. Cuando ocurre una vez, el episodio puede repetirse al reírse bostezar o abrir la boca demasiado.
Esto nos debe enseñar que hasta las cosas buenas deben ser equilibradas. Así que, a reírnos bastante, pero no con demasiada fuerza, o simplemente sin abrir exageradamente la boca.
Comparte esta insólita historia con todos tus amigos, y no dejes de sonreír, además, nunca sabes cuando alguien puede enamorarse de tu sonrisa.