Un espíritu positivo ayuda al enfermo de cáncer a sobrevivir. Este es el caso de Kinsley, una niña de 5 años que luchó y sobrevivió a una forma agresiva de cáncer ocular y que ahora está dedicada a tiempo completo a recaudar dinero y crear conciencia en otros pacientes pediátricos a través de la panadería.
Con tan solo cuatro años de edad, Kinsley comenzó a presentar el año pasado un intenso enrojecimiento de su ojo derecho, por lo cual fue llevada por sus padres a examinar con un médico. A pesar de no quejarse de dolores, los padres de la pequeña sospechaban de una posible conjuntivitis.
“La llevé a nuestro pediatra y estuvo de acuerdo conmigo en pensar que solo se trataba de un ojo rojo”, dijo Kim Peacock, la madre de Kinsley.
Kinsley comenzó un tratramiento para aliviar el ojo, pero a la semana de haber comenzado, el enrojecimiento no disminuyó, mucho menos desapareció.
Fue así como los padres decidieron optar por una segunda opinión, esta vez de un oftalmólogo quien aseguró que se trataba de una retina desprendida, posiblemente por efecto de un trauma o quizás de algo peor: un tumor, algo que posteriormente sería descartado por el especialista en oftalmología infantil.
“Nos sentimos aliviados cuando el médico dijo: Estoy 99% seguro de que no hay un tumor y la única razón por la que digo que el 99% es porque nunca le digo a nadie el 100%”, dijo la familia de Kinsley.
Sin embargo, unos días después de llevar a Kinsley a Miami para reunirse con un especialista en retina pediátrica de primer nivel, el peor de sus temores regresó.
El especialista encontró un tumor en estadio avanzado en el ojo derecho de Kinsley y le diagnosticaron retinoblastoma, un cáncer ocular extremadamente raro y agresivo. Seis rondas de quimioterapia no fueron suficientes y, finalmente, los médicos concluyeron que tenían que extirparle el ojo derecho.
En vista de lo delicado de su sistema inmunológico después de la quimioterapia, la niña no podía salir de casa, así que decidió aprovechar el tiempo al máximo y, para pasar el rato, comenzó a hornear galletitas.
Junto a sus padres, Kinsley construyó un carro de galletas con el cual comenzó a recaudar fondos para los niños con cáncer
“Es tan gratificante poder escuchar a tu propio hijo querer retribuir la ayuda a los demás”, dijo el emocionado padre.