Debra Tibbotts y su esposo Chris Gill, no pueden creer que Maddie, su jovial, vivaz y divertida hija de apenas 22 años, haya partido para siempre de la manera más trágica e inesperada.
Maddie murió sorpresivamente el 5 de diciembre después de ir a tomar una siesta en su casa
La joven universitaria estudiante de Marketing, hace un año se había mudado a vivir con dos amigas. Las tres eran chicas muy entusiastas que «bailaban alrededor de la cocina, cantaban canciones de Cenicienta y se divertían mucho, planeando juntas todas las locuras que querían hacer», según relató Debra.
Esa mañana Maddie llamó a su madre mientras iba de regreso a casa, como la notó particularmente agotada le dijo que comiera y descansara. La joven le dijo que estaba muy entusiasmada con la Navidad, que en la noche pondrían algo de música con sus amigas y pasarían decorando el árbol para sentir el espíritu navideño.
Esperaba que al levantarse de la siesta se sentiría mucho mejor, pero tristemente nunca despertó.
Varias horas después de que se durmiera, una de sus compañeras de piso fue a verla a su habitación sin imaginar que la hallaría sin vida en su cama. Fue un shock que difícilmente podrá olvidar.
La causa oficial del fallecimiento de Maddie fue muerte súbita inesperada por epilepsia.
Sus padres revelaron que a Maddie le diagnosticaron con «convulsiones de ausencia», un tipo de epilepsia, al principio de la escuela primaria. Su primera convulsión la tuvo en 2009, cuando tenía 11 años.
Pero habían pasado seis años desde su última convulsión, y estaba tomando medicamentos estabilizadores que estaban haciendo su trabajo para controlar la condición de Maddie.
Además, Maddie siempre fue muy responsable con su salud, y se convirtió en una gran luchadora frente a su afección, haciendo que nunca nada se interpusiera en su camino para lograr sus sueños deportivos o académicos. Estaba a punto de graduarse de la Universidad con las mejores calificaciones.
Maddie era la capitana de su equipo de hockey y también una ávida jugadora de tenis.
Sus padres se martillan la cabeza pensando qué le pudo suceder si su hija ya estaba prácticamente curada y llevaba años sin que siquiera se acordara que tenía esa afección.
Se convirtió en una gran defensora de la Epilepsia en Australia, e hizo todo lo posible para ayudar a promover un debate saludable sobre la enfermedad, ya que en muchos entornos era un tema tabú del que se hablaba muy poco.
Es por eso que sus devastados padres han decidido que la mejor forma de darle un merecido último adiós será hacer una importante donación a los organismos que realizan investigaciones sobre la enfermedad y cómo evitar la muerte súbita causada por la epilepsia.
«Si podemos evitar que otra familia pase por lo que nosotros hemos pasado sabemos que eso es lo que Maddie habría querido y estaría muy orgullosa de eso», dijo su madre.
Era la chica más alegre y amaba la vida
«Ningún padre debería tener que enterrar a un niño», agregó entre lágrimas.
La muerte súbita inesperada en la epilepsia, más comúnmente conocida como SUDEP, se atribuye a la muerte de una persona cuando sufre de epilepsia y no se conoce ningún otro caso de muerte. Si una muerte no es causada por lesiones, ahogamiento u otra causa obvia, la autopsia puede determinar que la víctima murió de SUDEP, como fue el caso de Maddie.
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