Todos esperamos las vacaciones y cuando llegan quisiéramos que no terminaran nunca. Los jóvenes especialmente disfrutan de pasar ese tiempo entre amigos y habitualmente organizan viajes que jamás olvidarán. Pero en ocasiones, una sola noche de fiesta puede salir más caro de lo que pensamos.
Como la insólita tragedia en la que terminaron las vacaciones de la joven inglesa Hannah Powell junto a sus amigas, en Zante, Grecia.
El grupo de amigas fue a un bar de la isla griega y como es común en una noche de diversión, pidieron una copa de vodka.
Pero al día siguiente, vómitos y un agotamiento indescriptible que no era propio ni de la resaca más fuerte, llamaron la atención de Hannah.
Sin embargo, lo que vino después fue mucho peor.
Después de creer que sus amigas le estaban jugando una broma, pensó que le habían apagado las luces porque estaba todo completamente oscuro.
Pero no tardó en descubrir la aterradora realidad: ¡No podía ver!
Lo que se suponía que serían las vacaciones de su vida, se convirtieron en la más dura prueba para Hannah Powell. ¡Se había quedado ciega!
Inmediatamente, fue trasladada a un hospital en Grecia, donde permaneció tres semanas antes de poder regresar a Inglaterra.
Tras ser sometida a todos las revisiones para dar con la causa de la ceguera, los médicos no demoraron en descubrir lo que Hannah tenía en su cuerpo.
Lo que le habían dado en el bar aquella noche era vodka mezclado con metanol
La ingesta de esa peligrosa mezcla terminó no sólo quitándole la vista, sino que además los riñones le dejaron de funcionar.
Las amigas de Hannah,por su parte, tuvieron mejor suerte, ya que a pesar de haber bebido lo mismo que la joven, aunque en menor cantidad, sólo terminaron con vómitos y fuertes calambres estomacales.
«Aparentemente, las mafias lo preparan en los bosques y lo venden barato a los bares, que rellenan sus botellas con esa mezcla. Entonces si tú eres un cliente, piensas que estás comprando un vodka Smirnoff legítimo, pero no es así. Lo ponen en las botellas de Smirnoff, botellas reales, por eso no tienes motivos para pensar que no es auténtico», dijo Hannah a los medios.
Pero las consecuencias del desafortunado viaje no acabaron ahí. Tras regresar a su casa de Middlesbrough, en Inglaterra, tuvo que someterse a diálisis durante un año y medio, hasta que su propia madre le donó uno de sus riñones para que Hannah pudiera hacer vida normal.
Con el paso del tiempo, la joven pasó a ver imágenes borrosas y venciendo las dificultades de tropezarse con cosas en el camino, ha logrado valerse por sí misma.
«Lo último que quería es no animarme a hacer nada. No puedo ver todos los autos que vienen, pero la alternativa era quedarme sentada en la casa. Y esa no puede ser una opción», ha dicho la valiente joven.
Se lamenta de que nadie haya asumido la responsabilidad de lo que le pasó, y afirma que las bebidas adulteradas se siguen vendiendo en esos lugares. ¡Es alarmante!
Comparte esta impactante noticia con tus amigos para advertirles del peligro.