Los protocolos establecidos por el coronavirus exigen que los pacientes permanezcan bajo un estricto aislamiento. Además de lidiar con los síntomas, deben enfrentarse a la soledad y en algunos casos, partir de este mundo sin despedirse de sus seres queridos.
Asimismo, algunas pacientes se convierten en madres, pero no pueden vivir ese anhelado primer encuentro con sus hijos, tal como le pasó a Shamaila.
La mujer de 38 años ingresó el pasado 04 de enero en el hospital del Mar de Barcelona donde fue diagnosticada con coronavirus. Estaba en la etapa final de su embarazo y sus pulmones estaban afectados por el COVID-19.
Habían transcurrido 48 horas desde su ingreso cuando los médicos decidieron someterla a una cesárea para no exigirle más a su organismo y poder administrarle el tratamiento necesario para la enfermedad sin causarle sufrimiento al bebé.
Después de la cesárea, Shamaila no llegó a conocer a Hassan, su quinto hijo, pasó directamente a la UCI y su estado empeoraba. Ninguno de sus familiares podía entrar a verla.
“Es uno de los peores retrocesos que vivimos en cuidados intensivos, que las familias, que hasta la covid podían entrar las 24 horas del día, tengan desde hace casi un año la puerta cerrada”, dijo la intensivista Judith Marín.
Los sanitarios le mostraban fotos de su bebé y le facilitaron encuentros por vídeo llamadas con la familia.
Lamentablemente, Shamaila necesitó ser intubada y permaneció sedada conectada a una máquina de ventilación invasiva durante 10 días, hasta que finalmente el pasado domingo la despertaron y pudo respirar por sí misma.
El grupo de médicos intensivistas del hospital planificaron su salida al paseo Marítimo de Barcelona para que su traslado desde la UCI a la planta de hospitalización estuviera marcado por un momento de alegría.
Mientras miraba el mar por fin conocería a su hijo y abrazaría a sus hijas pequeñas y a su esposo.
Una de las hijas de Shamaila se quedó desconcertada por los tubos en la nariz y el cuello de su madre.
“Mamá está muy cansada, la covid la ha dejado dañada y eso no se puede ocultar”, dijo en el encuentro. La mujer casi sin energía sacó la mano debajo de las sábanas cuando pusieron al pequeño Hassan frente a ella.
En el hospital llevan a cabo un programa de humanización que les ofrece a los pacientes apoyo psicológico, terapia individual con música y la visita de mascotas a quienes no tienen familiares.
También incluyen “paseos curativos” en los que dentro del hospital los pacientes caminan con el apoyo de fisioterapeutas, los médicos han comprobado que la movilización precoz ha tenido efectos favorables para los pacientes.
En algunos casos sacan a los pacientes al Paseo Marítimo de Barcelona para que puedan contemplar el paisaje, recibir rayos del sol y permanecer en un espacio agradable, cálido y exterior, aunque sea un rato.
“Estamos haciendo una evaluación objetivable de estas actividades para probar si la impresión de mejora que tenemos es cuantificable, visible en biomarcadores de estrés y en escalas de recuperación. Así podrán usarlas otras ucis con evidencia científica, aunque no tengan el mar enfrente”, dijo Judith.
Actualmente, Shamalia está en una de las cuatro plantas que el hospital destinó para atender a los pacientes con coronavirus, dos plantas más el mes pasado, quizás en una semana pueda recibir el alta médica.
La intensivista Judith Marín relató: “En nuestra UCI, que no tiene ventanas, pero sí luz natural, quedan otros 26 pacientes de coronavirus en estado crítico, dos de ellos jóvenes como Shamaila. Ahora nos llegan de golpe, estamos muy preocupados”.
El encuentro entre Shamaila y su familia fue presenciado por varios sanitarios y un fotógrafo que capturó las emotivas imágenes.
Hay algunos transeúntes que aplauden cuando son testigos de estos paseos que ofrece el equipo de intensivistas del hospital del Mar para promover la mejora del estado de ánimo de los pacientes.
“Lo hacemos desde hace dos años, pero ahora aplauden al paciente. Creo que verlos nos hace mucho más conscientes de lo que se está sufriendo con la pandemia puertas adentro, una enfermedad ante la que todos somos más vulnerables”, agregó Marín, quien es la coordinadora del programa de humanización.
A través del programa mejoran el ánimo de los pacientes, la orientación, evitan la confusión, el delirio y aceleran su bienestar emocional y funcional.
Shamaila es de Bangladesh, desde hace 9 años vive en España, regenta una tienda con su esposo Anviil, con quien ya tenía dos niñas pequeñas que le dieron la bienvenida a su hermanito. La pareja tiene otros dos hijos mayores que viven en el Reino Unido.
Su historia representa una luz de esperanza, un homenaje al milagro de la vida en los momentos tan críticos que hemos vivido por la pandemia. Compártela.