Meghan Markle, de 36 años, fue la protagonista de la boda real celebrada el pasado sábado 19 de mayo, sorprendió a todos por su sencillez y naturalidad al optar por un vestido color blanco puro y minimalista creado en seda con estilo mate por Clare Waight Keller, diseñadora de la casa de alta costura Givenchy.
El diseño con escote tipo barco y de manga larga estuvo fuera de las expectativas de la mayoría de las personas que esperaban ver a Meghan con un diseño repleto de cristales, brillo y al mejor estilo de la realeza. El príncipe Harry cuando la vio le dijo que lucía genial y que él era muy afortunado, muchos usuarios de las redes comentaron que Meghan usó el mejor maquillaje: la felicidad.
El velo de Meghan medía cinco metros de longitud y lo sujetó con una tiara de la reina Isabel de diamantes y piedras preciosas de platino. El accesorio es parte de la colección del joyero real y perteneció a la abuela de la reina.
De la brillante tiara se desprendía el velo de organza y bordado en encaje, pero tenía un mensaje oculto el diseño que nadie logró percibir y ha salido a la luz.
El diseño del velo tenía 53 rosas bordadas a mano que formaban una enredadera, fue una petición especial de la novia como un homenaje a los 53 países que integran parte de la Commonwealth, antiguamente Mancomunidad Británica de Naciones.
Cada rosa representa la flor típica de cada país que es miembro de esa comunidad.
El velo de triple organza sorprendió a los 600 invitados que estaban presentes en la capilla de San Jorge durante la ceremonia, era el toque de brillo y esplendor que junto a la tiara resaltaban sobre la sencillez del vestido de la novia.
Las flores bordadas como un tributo a esa comunidad transmitiendo un mensaje de unión y de igualdad no ha pasado desapercibido desde que se conoció. Seguramente la reina Isabel II se mostró complacida ante el gesto de Meghan Markle.
Daily Mail
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