A veces, estamos tan inmersos en nuestras vidas que no nos damos cuenta de que cada oportunidad que esta nos da para ser generosos con los demás, nos ilumina, y nos genera la satisfacción de que, a través de un pequeño detalle alguien que haya tenido un mal día, brille también junto a nosotros.
Cualquier gesto solidario puede marcar una gran diferencia en la vida de alguien. Y esto fue precisamente lo que le ocurrió en Campo Grande, Brasil a Seu Raúl, un comerciante ambulante que vendía cocadas en su bicicleta la cual, le fue sustraída por un supuesto “amigo”.
En el momento cuando le entregó prestado su vehículo al amigo, quien empeñó su palabra en devolvérselo, vio que las horas pasaron y el hombre nunca volvió, sintió que el mundo se le venía abajo, ya que se trataba de su instrumento de transporte, fundamental para poder trabajar y ganar el sustento.
“Y ahora, ¿Cómo podré desplazarme? Confié en su palabra. Saqué la caja de dulces y entregué la bicicleta. Eso fue alrededor de las 10 de la mañana. Eran las 6 de la tarde y ya no apareció”, dijo el vendedor, aterrado ante la posibilidad de quedar sin empleo o que este se estancara.
Por suerte para Raúl, aún quedan almas desprendidas y caritativas en el mundo dispuestas a hacer el bien, sin mirar a quién, y el conocido y simpático vendedor de deliciosas cocadas fue salvado por la generosidad de un asiduo cliente, enganchado al sabor de sus productos.
Días después del hurto de la bicicleta de Raúl, este se dio cuenta de que en el antiguo lugar donde vendía sus cocadas había otro hombre quien se encontraba preocupado, al lado de una moto descompuesta.
El hecho ocurrió cuando Raúl cruzó la calle y fue a ayudarlo a empujarla y hacer que funcionara la moto, que terminó funcionando. Helton, que así se llama el motorizado, agradecido compró 30 reales en cocada y preguntó, por curiosidad, qué hacía Raúl en este semáforo, a lo que el vendedor respondió contándole su historia.
Miriam, su esposa dice que Raúl confía demasiado en las personas
“Encontraré la manera de ayudarte”, escribió Helton en el teléfono de Raúl y tomó una foto sin que él se diera cuenta.
Al enterarse y ver a Seu Raúl en tamaño predicamento, sin pensarlo mucho hizo una campaña de donación en las redes y le regaló una nueva y flamante bicicleta de color rojo. El objetivo se cumplió. Hoy Raúl tiene una hermosa y reluciente bicicleta nueva, y ha regresado a vender sus cocadas en su punto habitual, ya archiconocido por todos en la zona.
Seu Raúl ahora tiene una nueva bicicleta para poder trabajar.
Y es que, así como hay personas que se aprovechan de la bondad y la ingenuidad de los demás, otras la regalan a diario, regando la siembra de una cosecha segura de bienestar para todos.
“Dios y él fueron maravillosos para mí. Me quitaron una Caloicita 10 para darme una toda linda, roja, tintineando de nueva. Ahora ya no la presto a nadie”, aseguró Raúl.
Quien hace las cocadas es la esposa de Raúl, Miriam
Un corazón ingenuo, dulce y honesto. Afortunadamente, el universo reconoció toda esta bondad, a través de un semejante cargado de solidaridad y desprendimiento, ¿verdad?
Comparte esta historia con tus amigos y familiares. La fuerza de la amabilidad es como una onda expansiva, las personas suelen abrirse a ella y les anima a ser y dar lo mejor de sí.