Para muchas mujeres uno de los momentos más especiales en su vida es el día de su boda, rodeadas de sus seres queridos caminan al altar llenas de emoción. Sin embargo, detrás de tanta felicidad muchas personas realizan un arduo trabajo para que la novia tenga la boda de sus sueños.
Una de ellas son las madres, quienes se convierten en hadas madrinas que a su manera hacen lo posible para que su hija luzca aún más hermosa. Y es que para ellas, no hay límites si se trata de la felicidad del ser que trajeron al mundo.
Con un bazar móvil logró hacer realidad su sueño y el de su hija.
Te presentamos a Debora Fernández Castrioto, una madre de 52 años de edad, que se prometió así misma que su hija caminaría al altar con un hermoso vestido de novia. Para ello, abrió un bazar móvil, donde trabajó bajo el sol y la lluvia para poder reunir el dinero suficiente que le ayudaría a cubrir la compra del vestido.
Durante varios meses, Debora utilizó su carro como su principal herramienta de trabajo, un puesto improvisado en el que vendía ropa, zapatos y otro tipo de lencería.
Madre e hija son de Petrópolis, Río de Janeiro, Brasil.
El vínculo entre Talita, su hija, y Debora se hizo mucho más fuerte tras haberse separado de su pareja cuando su hija apenas tenía ocho años.
Desde entonces, han sido inseparables, así que cuando su hija anunció que se casaría, Debora hizo lo posible para hacer realidad un viejo sueño y regalarle un hermoso vestido de novia.
“Financieramente no pude comprar el vestido, así que abrí un bazar móvil. Les pedí donaciones a mis amigos, y obtuve tanto que ni siquiera sabía dónde ubicarlas.
El sueño de toda madre es ver a su hija caminando hacia el altar, y cuando la vi a ella entrando tan feliz, fue una sensación de logro. Mi agradecimiento a todos los que compraron, donaron, y me ayudaron a hacer realidad este sueño”. Dijo Debora.
La celebración se llevó a cabo en una pequeña granja familiar, la entusiasta madre no solo se esforzó por comprar el vestido sino que también le regaló el ramo y colaboró en gran medida para decorar el salón.
Algo sencillo pero con mucho amor donde las hortensias, eucaliptos y lirios adornaban el lugar.
Talita Castrioto Batista Simóes, de 25 años, fue la feliz novia.
Finalmente, madre e hija estaban felices de haber logrado algo que les hacía mucha ilusión. Talita comentó:
“Estoy muy feliz de recordarlo porque fue un gesto de amor y cariño de mi madre, que soñó este sueño conmigo. A todos los clientes del bazar les dijo que todo había sido construido para comprar el vestido de novia.
Vivimos juntas la misión de la boda, así que fue genial vivir este proceso de elegir y encontrar la manera de reunirnos y elegir el vestido.
Fue un maratón maravilloso y, para mí, el proceso puede haber sido incluso mejor que el día de la boda en sí”.
No hay nada más poderoso que el amor de una madre. No olvidemos que los padres harían cualquier cosa por ver feliz a sus hijos y hacer realidad sus sueños.
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