La música es la mejor medicina para cuando sientes que tu alma está hecha pedazos. Imagínate que son las siete de la mañana de un lunes, tienes miles de cosas que hacer en el trabajo y ya te agobias pensando que no te va a dar tiempo de nada. Te invade el stress total.
Sin embargo, sales a la calle, escuchas tu canción favorita en la radio y, de repente, todos tus problemas se van haciendo cada vez más pequeños.
Ese es el dulce lenguaje de la música que nos habla y nos dice: “todo va a estar bien”, cinco palabras que, a nuestro protagonista de hoy, lo salvaron de caer en el oscuro abismo de la depresión
A Miguel Ángel Murrieta, un músico acordeonista del estado de Hermosillo, en México, la vida lo sacudió cuando perdió a su amada esposa hace tres meses atrás.
Nada parecía ser lo que fue su vida, después de pasar 48 años al lado Licha, su amor, pero, cansado de sufrir por lo que no tiene remedio, Miguel tomó su instrumento y salió a las calles a tocar, tocar, tocar y cantar, para aliviar su dolor.
“Vengo a cantar para distraerme, para pasearme y superar un poco el trauma de la muerte de mi esposa, yo soy jubilado, pero la vida tiene que seguir”, pensaba el viejo músico.
Miguel Ángel Murrieta
Taquerías y cruceros de todo el estado reciben a Miguel, quien ya cuenta con 72 años, agradecidos de su eterno positivismo y buen semblante.
Mantiene su buen ánimo cantando a pesar del sufrimiento que le causó su terrible pérdida, el público termina siempre pidiéndole que toque de nuevo “El Ausente”, un tema que interpreta con especial pasión, porque fue la canción con la que él y su adorada se enamoraron.
“Yo soy de Navojoa, pero me fui a trabajar a Sahuaripa y ahí la conocí, estaba pegando mucho esta canción”, recordó mientras la ejecutaba en su acordeón.
Con un humor envidiable y, ante todo, buena vibra, Miguel sigue apostando por la vida. Su filosofía es enfrentarse a las adversidades con esperanza y fe, pero también con una pizca de diversión pues, con su boca hace ruidos de animales mientras canta, lo que causa las carcajadas de su público que lo anima a seguir adelante.
“Cuando en las madrugadas me levantaba al baño, allá en Sahuaripa, ladraban los perros y cantaban los gallos y me aprendí sus sonidos”, subrayó Miguel.
Se puede decir que los seres humanos, en general, somos un poco “masoquistas” en cuanto a que nos encanta recordar tiempos más felices para reforzar la idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Sin embargo, podríamos hacer uso de la música para conseguir el efecto contrario. Es decir, en el preciso instante en que nos invada una sensación de melancolía, tristeza o pesimismo, lo mejor es usar una canción que provoque en nosotros algo completamente diferente.
En el caso de este músico amante indetenible de la vida, su canción, “El Ausente”, lo sanó.