Tener hijos no es todo miel sobre hojuelas pero hasta quienes tenemos hijos testarudos sabemos que criar a un pequeño tiene sus recompensas. Hoy te traemos 11 puntos que
1. Los niños necios nos hacen cuidarnos más.
Tienen tanta energía que, nadie sabe exactamente cómo, los padres terminamos teniendo mucha energía también. Es la única manera de sobrevivir sin perder la cordura… así que no tenemos tiempo de enfermar u holgazanear. Se vuelve uno pragmático con ellos.
2. Promueven el autoconocimiento.
De todos los que estén cerca. Preguntan tanto y debaten de una manera tan inocente y enérgica que terminas preguntándote qué haces en este mundo y cuál es tu propósito en la vida. Sólo cuando aprendes a controlarte a ti mismo puedes llegar a controlar a un niño «dinamita».
3. Siempre tienes una buena excusa para irte.
Cuando tu hijo tiene una fuerza de voluntad tan grande, salir a la calle puede ser un reto. Es como una misión imposible… así que cuando tú no quieres estar en un lugar puedes abortar la misión y volver a casa sin que nadie sospeche absolutamente nada…
4. Inspiran nuestra búsqueda del balance.
Rezar, hacer yoga o comer sanamente… hay días en que simplemente necesitas buscar conscientemente la paz y el balance. Tai chi, un café con las amigas o simplemente sentarte a mirar la televisión se siente mil veces más placentero que nunca.
5. Nos dan mucho material para después.
Tenemos mil historias locas (divertidas, vergonzosas y extrañas) que podemos usar para bien o para mal… Para aconsejar a tus amigas menos expertas o contarle a tu futura nuera. Tú decides.
6. Y no lo cambiarías por nada.
Sí, tener un niño necio no es una experiencia fácil… pero no lo cambiarías por nada. Ni los berrinches ni las noches en vela, porque es un hermoso desastre que poco a poco va tomando forma, que te permite conocerte a ti mismo y hacer cosas que jamás imaginaste que serías capaz. Un pequeño gran maestro de vida♥
7. No sabes la suerte que tienes.
Cuando se enferma y no tiene energía de siquiera hacer una rabieta recuerdas la suerte que tienes. Cuano tu hijo está saludable sí, quizá gritonee en el supermercado… pero tiene dos pulmones muy fuertes para hacerlo, y dos piernitas inquietas para patalear. No todos tienen esa suertey sabes que es una bendición enorme.
8. Le bajan dos rayitas a tu ego.
¿Dónde estarías de so ser por esa personita testaruda? Aprendes a no juzgar a otros padres o madres y, en general, aprendes a no juzgar a los demás. Aprendes sobre la empatía y no miras feo a quieres lidian con un berrinche en público. Aprendes que no eres perfecto, que nadie lo es y la belleza detrás de ello.
9. Porque se lo debes a ellos…
Nuestros pequeñitos no nacieron con la intención de ser testarudos o molestos. Ellos lidian con sus propias emociones, con su alma de alcances extraordinarios. Tampoco es fácil para ellos… así que podemos acompañarnos en vez de pelearnos, ¿no?
10. El pago que tienes es mejor que un millón de dólares.
Cada «sacrificio» termina siendo una recompensa cuando puedes conectar con tu pequeño, cuando te dice que eres su mejor amiga, cuando te cuenta lo que le preocupa. Podrías tener todo el dinero del mundo pero sabes que eso no se compara con los momentos que has vivido (y sobrevivido) a lado de tu pequeñito. ¿Cómo puede un cuerpo tan chiquito alcanzar tal nivel de amor? Porque, si bien sus rabietas son inmensas, también lo es su amor.
11. Te fortalece.
Tener un niño con una fuerza tan grande también te vuelve testaruda (o testarudo). Pelearás por lo que quieres y por los tuyos más rápidamente y con mayor fuerza y, en un mundo competitivo y cambiante, esa definitivamente es una ventaja.
A veces la vida nos enseña por medio de estos pequeño, intensos y hermosos maestros. Nuestros hijos nos hacen enfrentarnos a la vida como nunca lo hubiéramos imaginado y eso es algo genial, eso es la vida misma.
Comparte estas ventajas con otros que también tengan pequeños testarudos 😉