Yolanda Perkins, de 39 años, luce como una mujer cualquiera. Nadie podría pensar que la madre de dos niños y ahora doctora de la Universidad Nova Southeastern tendría un pasado difícil.
Perkins es nativa de Florida y en el 2004 estaba cursando su último año en la Universidad de Florida Central (UCF), cuando fue sorprendida robando tarjetas de crédito de una sala de correo de su lugar de trabajo.
La estudiante fue expulsada de la institución y toda la situación desencadenó una penosa situación en su vida y en la de su propia familia.
Yolanda se declaró culpable e intentó obtener una privativa de libertad domiciliaria o ingresar en una escuela militar para pagar por su culpa. Sin embargo, la solicitud fue rechazada.
«A los 24 años, enfrentarme a la conclusión de que sería arrestada fue devastador para mí y mi familia. Me sentí tan sola. Sentí que era el único en el mundo que cometió un grave error. No sentía que valiera la pena vivir mi vida. Pensé que mi vida había terminado», dijo Perkins, con lágrimas en sus ojos.
Debido al delito, Perkins enfrentó cargos de hasta 30 años tras las rejas. La mujer fue trasladada a la Institución Correccional Federal en Tallahassee, Florida. Después fue enviada al campo de prisiones federales en Bryan, Texas, donde permaneció aproximadamente un año.
Sin duda, fueron tiempos muy duros para ella. Sus actos habían tenido una consecuencia que no estaba lista para recibir.
«Cuando fui a condenada lloré. Me negué a darme una ducha porque no quería que nadie me mirara. Tenía miedo, por lo que vi en las películas. Todavía tenía la impresión de que mi madre iba a ir allí a sacarme. Este sueño no era un sueño. Era real”, dijo Perkins.
Justo el día en que cumplió 25 años, Yolanda fue esposada y transferida de Con Air a la Institución Correccional Federal en Coleman, Florida, donde terminó el resto de su condena.
Fueron tres años duros para la vida de esta mujer, pero el 25 de julio de 2006 obtuvo su libertad. Yolanda solicitó ir a una casa de rehabilitación en la que se le pidió encontrar un trabajo; debido a sus estudios creyó que sería algo fácil pero se vio frente a otra dura realidad.
Yolanda tenía un delito grave en su expediente y los empleadores la rechazaban debido a esa mancha en su pasado. Cuando mucho la mujer podía aspirar a entrar en alguna oficina como ayudante de la limpieza y de ese modo tuvo que empezar.
No obstante, una persona creyó en ella y obtuvo un puesto como traductora en el departamento de recursos humanos de Goodwill. Para Perkins su jefa Becky fue como un verdadero ángel. Especialmente porque le dio esa oportunidad, gracias a la cual pudo completar su licenciatura en la Florida Gulf Coast University en Fort Meyers, en 2007.
Un año más tarde, Perkins estaba casándose con su marido actual, Dwight, con quien tuvo dos hijos: Dwight, de ocho años, y Bella, de seis. Poco a poco la mujer iba dejando de lado su pasado.
Para el 2010, Yolanda obtuvo su título de maestría en administración de servicios de salud y comenzó una compañía llamada Swimmie Caps. Posteriormente inició su doctorado en la Universidad Nova Southeastern.
Esta mujer se ha convertido en un ejemplo para su familia. Yolanda pagó duramente la consecuencia de sus actos de juventud. La elección de un camino fácil para salir de sus problemas desencadenó el episodio más oscuro en su vida, en el cual llegó a considerar el suicidio como una opción.
Ahora Yolanda cuenta con los más altos grados académicos, una hermosa familia y una gran lección de vida.
Esta historia representa el fruta de un buen sistema correccional. Esta mujer pagó por su acto y rectificó su camino. Comparte esta nota en las redes y muéstrales a todos que nunca es tarde para cambiar el rumbo de nuestras vidas.